La periodista Pilar Rahola, en un artículo de opinión en La Vanguardia, defiende a Alfons Godall y recuerda que "este hombre de paciencia bíblica puede decir basta. Sin más aspavientos, sin excesos dramáticos, sin otra verdad que estar harto, pero el hartazgo existe en él, cuando la paciencia se convierte en la excusa para el abuso".
"Jan
Laporta ha sido el mejor presidente de la historia del Barça y, al mismo
tiempo, el que mejor dilapida su propio capital. En algún momento de su
biografía, este hombre de carisma arrollador, de ideas claras y de
fuerte personalidad se confundió de siglo y decidió emular al césar,
porque ser sólo presidente le venía pequeño", lamenta.
"Al final
del camino, ¿le quedará algún amigo a Jan Laporta? No de esos de copas
con femenino alboroto, ni de los que babean por una caricia, ni de los
que aguantan anhelando la silla, sino amigos de verdad. De los de
mirarle a la cara y decirle: ¿qué te pasó?", manifiesta.
"¿Qué le
ha pasado con Godall? Básicamente que Jan no se da cuenta de que se
marcha, que la idea de ser presidente por persona interpuesta necesita
de una marioneta para producirse, y que los hay que se afeitan desde
hace años. ¿Realmente imaginó que, si Godall era candidato, no mandaría
en su propia candidatura? ¿Tanto despreció al amigo de toda la vida?
Entonces, ¿por qué lo animó a presentarse?", se pregunta.
"Porque
pensó que la lealtad era un camino seguro a la sumisión... O quizás
porque, como el césar, ya no recuerda que los ciudadanos no son siervos.
Ahora dirige su aliento divino hacia un tal Ferrer, a quien había
dejado a caldo durante tiempo. No es amigo, no es de los suyos, no ha
construido la notable herencia del Barça actual, pero, hoy por hoy, le
dice: "¡Ave, césar!", y eso es lo único que cuenta. Devorados todos los
hijos, Saturno se queda solo, incluso cuando lo rodean muchos. Y es
entonces, retornado a la condición humana, cuando quizás derrocha alguna
lágrima", concluye.
